En otra vida hubiera ido corriendo a abrazarte mientras gritaba papá.
Mientras sentía tu protección y seguridad.
Cómo mago desapareciste. Jamás estuviste físicamente, pero estuviste todos estos años en mis adentros y en mis células.
Hubiera dejado de buscarte en los ojos equivocados de aquellos hombres que me tocaron.
Te busqué en miles de ojos y manos. Jamás te encontré, hasta que comprendí que esa era la lección.
En esta vida me tocó aprender la mayor de las lecciones, la compasión y el perdón, como tú herencia.
Más de 20 años me tomó entender que jamás te iba a encontrar. Tu misión terminó cuando yo nací.
Ahora sé que jamás fueron mis parejas las culpables de mi dolor, pues jamás llenaron tu hueco inmenso. Ese hueco que busqué llenar con otros y me tomó tiempo entender que ese lo rellenó YO a puñados de realidad y amor.
Ese fue tu regalo para mí, mi amor propio. En otra vida, tal vez, si corras abrazarme. En esta te honro y te perdono, porque el dolor me abrió el corazón de maneras inimaginables y solo tú podías cubrir ese papel tan difícil en mi vida, SER ÉL VILLANO de la historia que me abandonó.
Te honro y respeto, pues sé que no es fácil ser el malo de la historia. Alguien tiene que realizar el trabajo sucio, en ocasiones, como la noche al día, el negro al blanco y lo seco a lo húmedo.
Así llegaste a enseñarme las polaridades y el poder de la transmutación que habita en mí. Allí reside tu AMOR, en el NO necesitarte.
Así que la capté y empecé a rellenar ese hueco tan grande que dejaste con mi propia compañía y mi amor.
Así que GRACIAS, por estar y no estar, por absolutamente TODO. Tu florecita creció en magnitud.
Areli Olivares ✨