-Te ves diferente, con un brillo…

-Muchas gracias, me costó varias puñaladas en la espalda.

Las traiciones, o puñaladas en la espalda, son el mapa que conducen hacia la dignidad.

La dignidad es mi brillo, mi  luz sin mancha, sin opacar. Gracias a ello la cuido como el mayor de mis tesoros, pues me costó mucho dolor y traiciones encontrarla.

Cada vez fui encontrando más un abrigo en la dignidad que en las manos de otras personas. 

Se presentó ante mí de una manera brusca, pues tuvo que darme un par de cachetadas para que despertara. 

Me decía:

-¿Otra vez le creíste? Yo solo agachaba la cabeza por el costo que pagué tan caro de haber confiado. 

La mayor parte de lo que llevo de mi existencia creí que los demás estaban bien, mientras yo estaba mal. Pensé, tal vez, que mi rebeldía era mala, como ellos me hacían creer.

Ahora que observo en la calma y contemplo mi AMOR en el ARTE, comprendo que es algo que ellos no tienen, pues el entregar todo tiene un alto precio, pero también una gran recompensa. El entregar todo y creer, despierta la magia en tus ojos, y yo puedo observar en el ARTE los mapas hacia mi hogar. Nada de lo que das regresa vacío, ya sea bueno o malo. 

Aunque pareciera que yo estaba mal o me llamaran loca, continué escuchando a mi rebeldía. Al escuchar y sentir a mi corazón cuando me decía:  ¡no!, o cuando me decía: “no son conscientes ni de su comida”.  

Ese lenguaje que no se comunica con palabras me presento a mi DIGNIDAD.

Me costó perderlo todo, para poder confiar de en mí de nuevo, pues no existe voz más sincera que la de mis adentros.  Tuve que quedarme vacía para escucharla y darme cuenta de que siempre estuvo allí, esperando a que la escuchara.  Los que en verdad somos atrevidos y apasionados sabemos de qué voz hablamos, pues sentimos  la vida en todo, desde la piedra hasta una hoja. 

El entregar todo y confiar tampoco fue tan malo, me trajo su recompensa. Me quedé con las manos vacías, pero sin ninguna duda, siempre escuché al corazón. Siempre dije lo que pensaba, no me guardé mis te amos, ni mis abrazos, ni mis intentos, ni  mis preguntas. Absolutamente, todo lo que sentía lo saqué y, aunque me equivoque mil veces, hoy mi vida gira sin arrepentimientos, pues no me quedé con nada. Soy de las que se atrevió y no me dejé con la gran duda  y pregunta en mi garganta: ¿Y si hubiera…?

No existen reglas más que la única regla es respeta tu ESENCIA.  Nos llaman las ovejas negras, pero somos más que eso. Una vez limpiada esa oveja negra por la mano de DIOS, somos el Jaguar que es experto en observar la oscuridad y que guía con agilidad. Somos el águila que vuela en la soledad, poderosa y majestuosa. Somos el venado que permanece atento a su alrededor. Y somos la serpiente que vive los ciclos y aprendió a cambiar de piel sin dolor.

Somos los que escuchamos al viento, agua, tierra y fuego. Esos raros que no pertenecen a cualquier manada, pues no cualquier lobo sabe cantarle a la luna.

Por: Arely Olivares

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